martes, 7 de agosto de 2018

'Hospitality' ABUS. A vivir el Tour de Francia (parte 1/2)


¿Te interesa ir a pasar dos días en Francia para subir el Tourmalet, conocer la infraestructura del Movistar Team y vivir una etapa del Tour de Francia
Esta fue la propuesta que se me hizo y, la verdad, no tuve que pensarme demasiado la respuesta.
Abus, proveedor de cascos del Movistar Team, ofreció este viaje a Doyoubike; viaje que terminó rebotándome a mi.
Agenda apretada y muchos muchos kilómetros por delante para llegar a Luz-Saint-Sauveur, en plenos Pirineos. Allí nos juntaríamos con el resto de expedición que disfrutaría de esta invitación.



Después de asignar compañeros de habitación y cenar, teníamos que dejar listas las Canyon Endurance que nos proporcionaba Terra Bike Tours, porque por la mañana, bien temprano, no habría tiempo que perder... y todo el mundo quería descansar para la maratoniana jornada del día siguiente.
Yo por mi parte había quedado ya con Edu, de vacaciones por la zona, para poder compartir la subida al Tourmalet... o al menos compartir un trozo.



Madrugar, desayunar y a las furgonetas vestidos de faena. Así empezó la calurosa jornada el grupo, medio despertándonos de camino a Campan. En sus afueras bajamos las bicis de los remolques, se hicieron los últimos ajustes, agua para los bidones y ajustarse los ABUS. Ya fuesen los que llevábamos de casa o los que nos dejaron allí, que había la posibilidad de elegir entre el ABUS Aventor o el ligerísimo Airbreaker, que habíamos podido tener en nuestras manos la noche anterior en primicia (canela fina).
A rodar. Poquita aclimatación antes de entrar en las calles del pueblo, Edu se unió a la grupeta (qué ilusión verle) y a subir.
Se puede decir que esta cara, por la que iría la carrera al día siguiente, tiene una parte de 'aproximación' en continuo ascenso (vienen a ser 11 km al 3,3% de media con algún repecho más empinado), pero cuando llegamos a Gripp, la carretera no sale del pueblo igual que ha entrado.



Vaya que si cambia la cosa, pero sólo hay ese cambio. Los 14,5 km que quedan hasta coronar (que se dice pronto) son al 8% de media. Tal cual. Es mejor no ir mirando las señales verticales que hay a cada kilómetro (algo difícil) marcando la distancia a sommet, porque vista una, vistas todas... y para qué torturarse más.
Que pusiese que la pendiente media en el siguiente kilómetro sería del 8%, 9,5%, 8,5%... poco iba a importar, porque ya ibas a llevar todo metido y sólo quedaba mantener el ritmo.



Se trata de un puerto largo, así que es recomendable ir lo más cómodo posible y disfrutar, entre otras cosas, de las impresionantes vistas. ¿Qué más se podía disfrutar aparte de estar subiendo este mítico puerto o de empezar a empaparse del ambiente del Tour con esa enorme cantidad de caravanas en los arcenes? Pues aunque os parezca mentira, esos cortos tramos al 5-6% que te oxigenaban las piernas. Quien lo diría jajajajaja.



Las instalaciones de la estación de La Mongie aparecían por nuestra derecha, todavía en lo alto, con dos túneles previos donde aquello se ponía hasta el 12% y donde el paisaje daba un cambio drástico. Hasta ahora tenías el cobijo de árboles, pero atravesada La Mongie, desaparecía toda sombra.
Recuerdo que Mario, el guía, nos dijo que los últimos 4 km eran los más 'divertidos', puede que no por la pendiente, ya que seguían superando de largo el 8%, pero sí por ese Sol abrasador (suerte para aquellos que llevaban el Airbreaker puesto porque disipa estupendamente el calor), por ver claramente delante lo que te quedaba por subir y la fatiga acumulada. 



Cuatro kilómetros que están cerrados durante la temporada de nieve ya que las pistas discurren por estas pendientes. Cuatro kilómetros con más y más caravanas y tiendas de campaña a medida que se llegaba al último kilómetro (10% de media), vallado a ambos lados en su parte final y, tras la última curva a izquierdas, un 'caos organizado' de ciclistas, coches, caravanas y fotógrafos improvisados a 2115 metros de altura.



Por supuesto que todo el mundo quería la foto con la estatua en homenaje a Octave Lapize, ganador del Tour de Francia y primer corredor en coronar el Tourmalet (21-07-1910).
Nos quedaba volver a juntarnos todo el grupo, ya que cada cual subió como sus piernas le dieron a entender y teníamos que bajar juntos a Luz-Saint-Sauveur. Bajar... con mayúsculas. 20 kilómetros en los que no es necesario dar pedales. La gravedad y la pendiente tirarán de ti hasta que tus dedos de las manos se muevan inconscientemente a los frenos, sobretodo en los primeros 8 km donde hay curvas de herradura y el firme puede tener sus sorpresas.


Pese a bajar rápido, llegamos tarde a comer (ya nos lo hizo saber el dueño repetidamente) y tras recuperar fuerzas, vimos el final de la etapa del día y de nuevo a la furgoneta, esta vez bien uniformados, ya que teníamos la visita al hotel de Pau donde se alojaría el Movistar... y algún otro equipo más.



Los integrantes del Katusha Alpecin y el Groupama-FDJ ya habían llegado, pero no los del Movistar, así que empezamos con la visita a la infraestructura móvil que desplaza el equipo: cocina, taller mecánico, vehículos... siempre con un ojo puesto en cómo los mecánicos limpiaban y ajustaban todas y cada una de las 14 bicicletas, especialmente la de Nairo, que se fue al suelo en el avituallamiento de la etapa.



Era una manera de hacer tiempo hasta que llegara el autobús con los corredores, porque eran el plato fuerte y se les estaba esperando. No bajó nadie una vez aparcó hasta pasado un rato. ¿El primero? Valverde, con su tarrina de pasta en la mano se fue a hablar con los mecánicos en el camión para comentarle algunos cambios y de paso hurgar en su nevera.


 

Luego bajo Nairo que, entre los aparatosos vendajes y la cojera, milagro parecía que pudiese salir al día siguiente. Erviti, Landa... Ya nos dijeron que después del masaje tendríamos ocasión de hacernos fotos, etc, que ahora les dejásemos ir a descansar y tal. Pues eso hicimos... y más cuando te lo dice todo un Eusebio Unzúe, con el que tuvimos la suerte de hacer corrillo y que nos contara cómo estaba Nairo, sus impresiones del Tour, de cómo había estado el equipo, lo satisfechos que estaban los corredores con los nuevos ABUS...



Y cuando el autobús ya estaba vacío, allá que nos dejaron subir a verlo. Muy parecido al del Trek-Segafredo que vi en la Volta Ciclista a Catalunya. Butacas individuales, la sala de reuniones, donde estaban los cascos ABUS Aventor, Airbreaker y Gamecharger (cada uno marcado con el nombre de su dueño, para que eligiesen cual ponerse antes de cada etapa), ducha, etc... El mayor número de comodidades posibles en esta oficina móvil, vamos.





Teníamos que esperar como 1 hora y más hasta que los ciclistas saliesen de sus habitaciones, así que aunque la mesa estaba reservada reservada en el restaurante y después de la experiencia de la comida, no queríamos llegar tarde, de modo que decidimos subir de nuevo a las furgonetas para irnos, pero como colofón de fiesta, vimos llegar a Arnaud Demare (FDJ) el ganador de la etapa que llegaba al parking en el coche del director y era recibido por sus mecánicos, asistentes, etc.



Ahora sí, a cenar (qué buena cena, por cierto) y de vuelta al hotel porque el día siguiente se presentaba emocionante y con sorpresa.

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Si quieres ver las fotos de las jornadas, las tienes en la galería.

Y para los que adoran los numeritos, la altimetría del Tourmalet (desde Campan):



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Crónica de Paco Pérez

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