miércoles, 11 de julio de 2018

Las 24 horas Cyclocircuit


No va a haber sitio en esta crónica para resumir la experiencia vivida en esta prueba de las 24 horas Cyclocircuit, ya lo aviso, porque es algo que hay que vivir. Cuando la gente me ha preguntado cómo me fue, lo único que  consigo decir, con una gran sonrisa en los labios es un escueto: 'Muy muy bien'. Es complicado explicar esa sensación de haber completado con éxito un reto personal aparte de, obviamente, rezumar satisfacción, pero nos pondremos al lío.



Medio año hacía desde la inscripción y las últimas semanas volaron entre últimas salidas, listas de preparativos, conseguir todo el material necesario... hasta que te das cuenta de que tienes todo el material desperdigado en el box asignado (el 11); exactamente igual que habían hecho los otros moradores del espacio que sería nuestra casa las próximas 24 horas. En este caso, no por azar del destino, estuvimos juntos:

  • el dúo Doyoubike-PACOM formado por Arturo Ortiz junto a su inseparable Daniel Miñana, cedido al Team DOYOUBIKE-PACOM por su equipo habitual, el HYUNDAI KORYO CAR. Ambos con el difícil reto de reeditar su pódium de 2016, año en el que se proclamaron subcampeones de España en categoría DÚO.
  • el dúo MSFarma-Calderón&Albal Team Cycling (Miguel Ángel Martínez y Pedro Albaladejo) a la postre segundos en categoría Dúo y Campeones de la Copa de España de Ultrafondo 2018.
  • los malagueños del Marbella Cycle Center (terceros en G6).
  • El solitario Luciano Avesani, con quien coincidí en las 12H Trackman de Almería.

Menudo nivelazo había concentrado allí. Juntos y bien avenidos.



Con todo más o menos en orden, tocaba ir a la sesión informativa a que aclarasen algunas de las normas de la carrera, puntualizar horarios, resolver dudas de última hora... pero antes de que terminasen de hablar, ya estábamos todos con la cabeza en la pista, con ganas de cambiarnos, preparar bidones y ponernos a lo que habíamos venido a hacer. Se palpaba que los nervios iban in crescendo... bien pueden decirlo las celebridades que se dejaron caer por el box en esos momentos.


Algún ajuste de última hora, los bolsillos del maillot a rebosar y desfile de ciclistas ante la llamada de la organización para poner en marcha el protocolo de salida. Salida que sería tipo Le Mans, es decir, ciclistas al lado izquierdo de la pista y sus bicicletas, sujetadas por los asistentes/acompañantes, en la parte derecha. No se escuchó demasiado bien la cuenta atrás, pero cuando me di cuenta de que había gente atravesando la pista 'corriendo', supe que aquello había empezado. César (gracias de nuevo) me entregó la bici y... ¡a pedalear!



Si se habías olvidado del calor en esos momentos previos, este seguía ahí, con fuerza, recordándote que no tenía la más mínima intención de abandonarnos. 12:30 de la mañana con unos 35 ºC (en pista seguro que eran más) y viento de frente la recta de meta.
Bueno, para quienes lo ven todo un poco más claro con números, presentarles el circuit Ricardo Tormo: 4 km de cuerda con 14 curvas (9 a izquierdas y 5 a derechas) y que añade suma unos 41 m de acumulado por vuelta.



Perfil del Circuit Ricardo Tormo

Primeros giros muy rápidos (ahí no os descubro nada), con el típico pelotón de 'elegidos'  (el AVE) que se hacía cada vez más pequeño en la distancia, Dani entre ellos... Y mira que tenía bien dicho lo de NO entrar en el grupo principal para cogerlos posteriormente y así no pegarse el calentón inicial... pero es un purasangre (actual campeón de España en su categoría) y no sabe soltar rueda de nadie. Antes morir. Por lo que se puso a ello; a fuego hasta reventar.


Por detrás numerosos grupitos también buscaban su ritmo. Sin miramientos. La gente no miraba pelo: Yo tiro a mi ritmo y quien quiera que venga detrás.
Me refiero a que lo de relevar en la punta de la lanza parecía ni importar, de modo que como esto iba para largo, me puse cómodo y a verlas venir.
En un inicio tenía previsto hacer una tirada larga, pero me aconsejaron lo contrario antes de empezar. Poner agua en los bidones y hacer paradas en esta parte de la carrera para evitar al máximo el calor... ya llegaría el fresco de la noche para estar dando vueltas.


En menos de tres horas ya estaba cruzando la línea de entrada a boxes. Sin agua. Algo por demás el calor. Sofocante. Da 'yoquesé' eso de bajarte de la bici y mirar como al otro lado del muro siguen dando vueltas, pero es una sensación que hay que asimilar. Tú a lo tuyo. rellena, come algo, hidrata y abandona el pitlane para reengancharte.
Esta vez no cometería el error de Almería donde rodé demasiado tiempo solo. Había que buscar cobijo entre el resto de sufridores como fuera.



Quitando el grupo de cabeza, el resto eran muy cambiantes, ya que los equipos van haciendo sus relevos, hay ciclistas que se descuelgan para recuperar otros vienen frescos desde atrás... Lo más gracioso es la comunicación con el muro en cada paso por la línea de meta. Auxiliares asomados marcando la posición y ciclistas gritándoles, haciendo gestos con la mano, levantando los dedos de las vueltas que les quedan en el depósito. Unos  lanzan preguntas que se contestan a los gritos porque ya han pasado 20 metros, carreras al box si se adelanta la previsión...
Pero luego está la parte del grupo, porque con los pinganillos... es como ir en un autobús de línea con gente hablando al móvil. Entretenido.



Y esas temperaturas que no bajaban. Lo de las tiradas cortas funcionaba a medias, porque si bien pasaba parte de ese tiempo caluroso en el box, luego no me encontraba cómodo ni yendo a rueda. Me mataba el calor. También empezó a pasarle factura a Dani, lo que provocó que los relevos empezaran a descompensarse. Arturo tenía que alargarlos para dar opción a Dani a recuperarse, pero esto suponía desgastarse más de lo previsto.



Así iban descontándose los minutos de Sol a la par que iban aumentando los kilómetros en las pìernas. Todo el mundo deseando que desapareciera tras la grada de la Curva Afición (la séptima) porque estas primeras 7 horas se estaban haciendo más largas de lo previsto.
El descanso que hice sobre las 8 fue un poco más largo. Aparte de tirar envoltorios de geles y recargar agua, comí y monté las luces en la bici... y pasé un ratito con las visitas (Rado, Tere, Nico, Pablo, Paco, Miguel...), todas aportando un extra de motivación, aunque no se nos notase demasiado por estar con las piernas en alto jajajaja.


 

Por fin la temperatura bajó y se oyeron toques de corneta. Atardecía en el circuito y se podía rodar de una manera bastante más digna, con menos sensación de fatiga la velocidad que marcaba el GPS era más alta que la vista hasta entonces, las piernas seguían respondiendo... ¡A darle! Pero a darle bien. La sensación era como si hasta ese momento hubiésemos llevado un lastre que, ahora, la organización nos permitía soltar.


Fue la propia organización la que nos indicó que encendiéramos las luces, señal de que la noche estaba ya ahí. Ahora es cuando más disfruté: asfalto liso, con agarre, unos 21ºC, todavía luz natural (los focos no destacaban en el suelo), piernas que respondían, colaboración en los relevos... ¡Así da gusto!
El AVE me seguía pasando cada 35 minutos más o menos. Siempre había alguien que avisaba por detrás, dejábamos el espacio necesario y, tras tomarles rebufo unos pocos metros, la grupeta volvía a su ritmo.



Noche cerrada y alto para cenar... a mesa puesta, porque parecía que la comida se multiplicaba en las mesas del box. Mientras las baterías de los aparatos electrónicos se iban cargando, los humanos hacíamos lo mismo. Yo seguí el consejo de un granadino y añadí una ducha, tanto para espabilarme algo (que llevaba desde las 7 de la mañana en danza), como para echar agua fría en las piernas y refrigerarlas. Buena decisión.
Con todos los indicadores de carga en verde, ahora sí, a alumbrar el circuito.



Frescas y nuevas sensaciones en un circuito que cambiaba casi por completo estando allí a oscuras. Obviamente algo se te había quedado en la memoria de las horas anteriores, pero el estar centrado en esos metros que te daba el foco, ver tu sombra moverse delante tuyo al capricho del compañero que llevabas detrás, levantar la vista y ver esos puntos rojos agrupados... sin duda alguna la parte más bonita de la carrera.
Curiosamente no solo la luz se marchó... también el sonido. Se hablaba poco. Puede que fuese el cansancio, el sueño o por mantener la concentración en los 5 metros inmediatamente delante de ti, pero sólo se escuchaban cassettes y el ruido de la bici sobre el asfalto.



Pasadas las 6 de la mañana me encontré bostezando y haciendo esfuerzos por tener los ojos abiertos. Comprendí que era el momento de enfilar el pit lane. Muy poca actividad en la calle de boxes, gente durmiendo en los colchones o hamacas, luces apagadas... todo invitaba a dormir. Y eso hice. apoyé la bici en la pared, me metí directo en el coche y puse la alarma en el móvil.
Una hora después amanecí y al hacer el típico gesto de desperezarme, sufrí todos los calambres y rampas que no habían aparecido en pista... y noté las piernas cansadas por primera vez. Tranquilidad.
Como si estuviese preparando una carrera nueva, cogí una equipación limpia, me duché y me senté a desayunar como un campeón: vaso de leche con el súperbizcocho preparado por la hija de Arturo. 

 

Llegados a este punto el amasijo que llevábamos en el estómago era de hacérselo mirar: arroz, dátiles, sandía, isotónico, pasta, frutos secos, chuches, plátanos, bocadillos... cualquier cosa era buena para llevarse a la boca siempre y cuando no fuesen geles o barritas. Más no, por favor.
Mirando a tu alrededor veías las caras de los compañeros de box, que debía ser la misma que tenía yo: ojeroso, pálido y con los ojos enrojecidos... y qué andares. Menudo panorama. Por delante 4,5 horas más hasta que cayese la bandera a cuadros, de modo que retiré las luces y a buscar un grupo.



En esta parte tuve la suerte de caer en el grupo que comandaba el fatigado Dani; su último relevo según me contó. Llevaban toda la noche bailando entre la 4ª y la 7ª posición en función de si era él o Arturo el que rodaba.
Cuando Dani dejó huérfano al grupo desviándose al box, este se desmembró y caí en el de Antonio, el mecánico de Doyoubike de la tienda de Puerto, que corría su tercer relevo con el G6 de Castelli Fans. Unas cuantas vueltas de cháchara y, cuando alcanzamos otra pequeña masa de ciclistas, me solté para rodar más cómodo.
Esa fue la tónica de la carrera, saltar de grupo en grupo en función de lo que te dijesen las piernas.



A las 10, me detuve por última vez en nuestro pisito... donde había nuevos convidados: Luis, Edu, Alberto y Xeni, que hicieron un descanso en su ruta para saludarnos.
Arturo ya estaba en pista cumpliendo con el trámite de su último relevo; yo eché solo agua en los bidones previendo el creciente calor, más de la necesaria para cubrir unos cuarenta y tantos kilómetros y nada, a completar vueltas al circuito.



Igual era mi sensación, pero en esta postrera parte todo iba más despacio... me atrevo a decir que hasta la gente del AVE; como que todo seguía funcionando por inercia acumulada. Se pedaleaba sin pensar, como por un acto reflejo.
Volvieron las conversaciones, las bromas... todo mucho más relajado porque ya se olía el final.
Los calentones que se metió Arturo para mantener el dúo arriba en la tabla durante la noche, le pasaron factura. Por eso cuando su grupo alcanzó el mío, decidió quedarse y compartir las últimas vueltas con el otro Doyoubiker... eso y porque quería agua jajajaja



Sabíamos las vueltas que nos quedaban por dar para el tiempo que quedaba de carrera, así que nos las tomamos con calma, dejando espacio con los que había delante para entrar solos en meta, disfrutando del hecho de no volver a pasar por el repecho entre las curvas 12 y 13 al ver en la pantalla del GPS que se había cumplido el tiempo.
La recta de meta pintaba espectacular. Fotógrafos, la bandera a cuadros lista, el gentío asomándose por el muro... y allí fuimos directos levantando los brazos y gritando, cuando nos dijeron que nos quedaba 1 vuelta más porque la carrera se acaba con el paso de los líderes ¡¡y los llevábamos detrás!!



Risas (muchas) mezcladas con bajón JAJAJAJA. Pues nada, la consideramos nuestra vuelta de honor. Comiéndonos el repecho de la 12 escuchamos como la gente aplaudía el sprint de los líderes y, pocos segundos después éramos nosotros los que recibíamos el banderazo final, esta vez sí, de las 24 horas Cyclocircuit.
Satisfacción, fatiga, alegría, orgullo... menudo cóctel de sensaciones remontando la calle de boxes. Saludos con aquellos compañeros con los que habías simpatizado más mientras giraban las ruedas, siempre con una clara, gran, enorme sonrisa en la cara... y dicen que esta es el espejo del alma.



De todas todas me quedo con el fuerte abrazo a José Carlos. Mi coéquipier desde 2016: Cheste, Navarra, Almería, el Desafío Titánico... a veces juntos apoyando y asistiendo a los que pedaleaban y las últimas veces, cada uno a una parte del muro, pero compartiendo box. 'Lo has hecho, tío... lo has hecho' me dijo. Lágrimas.

Es tremendamente difícil poder condensar aquí algo que dura 8 veces más que las marchas en las que suelo participar. Es toda una EXPERIENCIA por lo que se vive, lo que se sufre, lo que te conoces, lo que te exige... En menos de 365 días se correrá la V edición:¿te vienes?

 

No se me olvidará darle las gracias a nuestros patrocinadores: DoyoubikePACOM SystemsEdetania Personal Bankers, Talleres Gonzalo y digitis. Pero tampoco a Arturo por los preparativos, los consejos... y el bizcocho. Gracias por estar ahí.


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Si quieres ver las fotos de la marcha, las tienes en la galería.
Aquí tienes el resumen de la prueba que emitió Teledeporte: enlace.


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Crónica de Paco Pérez y Arturo Ortiz

jueves, 5 de julio de 2018

QH '18. El C.C. Doyoubike-PACOM en una de las grandes


Tenía que llegar. Uno se va viniendo arriba y acaba inscrito en una de las marchas cicloturistas más míticas del calendario nacional: la Quebrantahuesos. Sólo el nombre ya infunde respeto.
Todo empezó ‘jugando’ en la ruleta del sorteo, a mediados de enero. Más de 12.000 pre-inscritos para poco más de 8.000 plazas. Bueno, si no nos toca ya tenemos un año de ‘antigüedad’ de cara a la inscripción directa… hubo suerte, aunque algunos no sabíamos si había sido buena o mala.


Donde sí hubo buena suerte fue en el alojamiento. Miguel Ángel García fue insistente y consiguió reservar un adosado en el mismo Sabiñánigo, lo cual nos iba a ahorrar horas de madrugón y coche.
Así pues, el Club Ciclista Doyoubike-PACOM iba a llevar una buena representación a su primera Quebrantahuesos: Iván ‘Bogavante’, Nico Herciu, Rado Kirov, Edu Díaz, Alberto Peyró, Miguel Ángel García y César López. Cada uno con sus objetivos y todos con mucha ilusión.


El tiempo pasó volando y cuando quisimos darnos cuenta, ya estábamos camino a Sabiñánigo. Una vez descargadas maletas y bicis nos dirigimos al recinto ferial donde se ubican los stands de los patrocinadores y la enorme carpa de entrega de dorsales. El ambiente a primera hora de la tarde era fantástico y una vez recogida la bolsa del corredor (muy buena, por cierto) y de posar con el crack José Antonio Hermida, nos volvimos a casa y salimos a rodar un rato. La cena se la curró Iván (gracias, chef) y bien pronto estábamos ya en la cama.

A las 6 de la mañana ya estábamos todos en pie. La casa era un ir y venir de desayunos, barritas, geles, bidones… Muchos nervios para no dejarnos nada y llegar pronto a la salida. A las 6:45 ya estábamos situados en el último cajón, salvo Edu y Alberto que habían vuelto a casa por un olvido. Pronto dejamos de ser los últimos, era impresionante ver la cantidad de bikers que llenaban las calles. A las 7:15 se daba la salida, aunque tardamos casi media hora más en cruzar el arco de salida. Play al Garmin y a poner mil ojos, se rueda muy rápido y somos muchos.

Pronto dejamos de ver a los del Team, como estaba previsto. Nada más salir de Sabiñánigo en dirección a Jaca, también perdí a Miguel, era imposible mantenerse juntos en un pelotón tan grande que luego va disgregándose y volviendo a juntarse mientras rodamos por la autovía a más de 40km/h. Es el tramo más peligroso y lo pudimos comprobar viendo cómo las ambulancias asistían a varios ciclistas que habían tenido caídas bastante feas.
Pasando Jaca se inicia el ascenso a Somport. Es un puerto largo (27 Km desde Jaca) con una pendiente media del 3% y máximas sobre el 8%. Los primeros kilómetros se suben bien, y más yendo en pelotón, pero a partir de Canfranc la cosa ya se va complicando hasta coronar a 1.630 metros de altitud, en la estación de esquí de Candanchú. A destacar la gran aglomeración de público en los últimos kms del puerto, uno se siente como en una gran vuelta.


La bajada, ya en territorio francés, es muy rápida y a esas horas el chubasquero viene muy bien. Durante 40 kilómetros seguimos bajando hasta llegar a Escot, donde giramos a la derecha y nos encontramos con las primeras rampas del ogro de la QH, el Marie Blanc. Es un puerto de 8,4 Km al 8% de media, con dos partes muy bien diferenciadas. Los primeros 4 Km con pendientes entre el 4% y 6% y los 4 últimos infernales que no bajan del 10% y con rampas del 14%.
A estas alturas el calor ya empieza a ser un problema. Superamos los 25ºC, zona angosta en la que no corre ni una pequeña brisa y humedad es alta. Entiendo por qué a los últimos kilómetros le llaman “El valle del silencio”. Afortunadamente la semana antes monté un 32, con menos dientes habría sido incapaz de subir el bicho. Pero todo acaba y el Marie Blanc no iba a ser menos. Mientras me hacía la foto de rigor con el cartel del puerto, llega Miguel, que había pinchado dos veces. Iniciamos el descenso juntos y paramos en el avituallamiento del km103.

Rodando ya en dirección Sur camino de España, a la altura de Lauruns empezaríamos a ascender al verdadero juez de la Quebrantahuesos, el Portalet. Se trata de un monstruo de casi 29 Km que asciende 1261 m hasta una cota de 1799 metros, con una pendiente media del 4,46% y máximas de casi el 8%. No es un puerto duro en sí, pero cuando te lo encuentras en el kilómetro 115 con 2000 de acumulado…
La ascensión se hace eterna. En mi caso son casi 3 horas de subida, con calor y ya muchos kilómetros en las piernas. Pero no todo eran penurias, el paisaje era simplemente impresionante. A medida que ascendíamos pasamos por la presa de Fabrèges, tras la que hay casi 2 km de falso llano antes de afrontar los últimos y más duros kilómetros del puerto. En el avituallamiento del km 154 nos dijeron que íbamos justos para pasar el corte en Hoz de Jaca a las 16:30… ¡Más presión!

Finalmente, coroné Portalet (Miguel se me escapó en los últimos kilómetros) y me lancé camino a Hoz de Jaca en uno de los descensos más rápidos que he hecho nunca… ¡Tenía que pasar el corte como fuera!
Por los pelos, a las 16:28, cruzaba el control y respiraba. Sólo faltaba la ‘tachuela’ de Hoz de Jaca para completar los puertos de la jornada. Volví a enlazar con Miguel en las primeras rampas. Puerto corto, apenas 2,3 Km, pero un 8% medio y un par de rampas al 12%. A estas alturas, cualquier repecho se hace un mundo. Las últimas rampas de hormigón asustan, pero no vamos a flaquear ahora, el resto es cuesta abajo…
Vuelvo a perder a Miguel en los últimos metros de la subida y paro sin prisas en el avituallamiento; no quiero quedarme vacío camino a Sabiñánigo. La bajada es tendida y rodamos rápido, con cuidado de no distraernos y estropear la marcha al final. Camino de Biescas cojo un grupo de 5 corredores y enfilamos hacia Sabiñánigo dando lo que nos queda. Un último repecho antes de entrar en el pueblo nos deja las piernas doloridas, pero ya nadie nos quita la sonrisa de la cara. En las calles de Sabiñánigo la gente aplaude y anima a cada uno de los que vamos llegando. Somos de los últimos, pero no hemos hecho ni un metro menos de distancia o desnivel que los demás.

Finalmente, tras 10h 25’ cruzo la meta. Han sido 195 km con 3.525 m de desnivel positivo, sin incidencias, sufriendo y disfrutando… una verdadera jornada épica de ciclismo.
Por delante, los otros compañeros firmaban un resultado realmente impresionante: Rado (7h 7’), Nico (7h 7’), Ibán (7h 19’), Alberto (8h 55’) y Edu (8h 55’), Miguel (10h16’) y yo (10h25’).
Lo mejor de todo, el fantástico fin de semana de camaradería, convivencia, risas y más risas. Disfrutando de un entorno único y de nuestra pasión, y consiguiendo una muesca de las buenas en nuestra culata de marchas. Una de las grandes, la Quebrantahuesos.

Por último, agradecer todo el apoyo que recibimos de nuestros espónsors: DoyoubikePACOM SystemsEdetania Personal Bankers, Talleres Gonzalo y digitis  los ánimos del resto de compañeros del club.

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Si quieres ver las fotos de la marcha, las tienes en la galería.

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Crónica de César López.

lunes, 2 de julio de 2018

Critérium Anna Sanchís


Una vez más compartir con todos vosotros mi experiencia en una carrera de masters.
Cuando me lo dijeron ya estaba de descanso. Lo tenía pensado así. El año es muy largo y ya llevaba 7 marchas en las espaldas. En fin, como no podía ser de otra manera al final me apunté... una locura porque, en apenas semana y media, lo he tenido que preparar deprisa y corriendo ya que mi calendario de trabajo estaba por medio.


Viendo que no llegaba me dije: bueno que sea lo que sea y por lo menos puedo contar que he corrido en Máster y en el Circuito Ricardo Tormo de Cheste. Con el apoyo de mi familia y de mi hija nos pegamos el madrugón hacía el circuito.
Empezó la carrera, y la velocidad y los palos fueron de izquierda a derecha. El pulso por las nubes y me dije 15 vueltas así...¡¡¡bufff!!!
No sé de dónde saque las fuerzas pero al final me acople al pelotón y así acabe.

En el muro, de vez en cuando oía la voz de Paquito o Arturo que me decían algo pero la velocidad solo me dejaba oír simples silabas jajajaja.
Terminada en el pelotón y con mucha ilusión.
Lo llevo dentro desde pequeño y como bien dice César, soy un ansia viva.



Agradecer a DoyoubikePACOM SystemsEdetania Personal Bankers, Talleres Gonzalo y digitis el apoyo y, por supuesto al gran equipo... nuestra gran familia.

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Crónica de Miguel Causera.