miércoles, 15 de septiembre de 2021

10 picos (y piquillos) de Espadán



Anda y que no nos gusta decir la verdad al resto de participantes en la salida de una carrera... y si es alguien que conoces, más todavía. Que si no he entrenado, que si no he salido en semanas, que si blablabla. El candadito en Strava debería estar prohibido jajaja. La cosa es que al final solo uno sabe como está y el recorrido te pondrá en tu lugar lo quieras o no.
Esos comentarios sobre el estado de forma es lo que más se escuchaba mientras esperábamos que dieran la salida de los 10 picos de Espadán. Imagino que por tratarse de un recorrido exigente nadie quería mostrar sus debilidades al resto (ya sabéis, el orgullo...); la verdad es que lo era.

En 140 km la organización había comprimido 10 puertos para un total de 3000 metros acumulados. Aunque mejor sería decir alrededor de 3000, porque a mi me salieron 2806, la organización decía que eran 3300 y otros llegaron a meta con 3100. Es posible que los contaran la misma gente que estima la asistencia a las manifestaciones.
¿El recorrido? pues se podía dividir en dos bucles. El primero con tres puertos espaciados entre sí y el segundo que era donde estaba toda la fiesta.


Onda. 8 de la mañana y casi 350 bicicletas de las 700 inscrita, echan a rodar (una pena el tema de aplazamientos y cambios de fecha). Todas detrás del coche que neutralizaba el inicio de la prueba, aunque nunca pareció demasiado neutralizada al menos en la parte trasera. La cuestión es que habiendo pasado por Tales, frontera del Parque Natural de la Sierra Espadán, la carretera ya se puso hacia arriba y se nos vino encima el primer puerto al salir de Alcudia de Veo.



Cortito, con un pequeño descansillo antes de la parte que iba a hacer que las piernas entrasen en calor, porque ya aparecían las dobles cifras en el porcentaje. Todavía se rodaba en grupos ocupando todo el ancho dela carretera.
Bajada larga por Aín hacia Eslida, que ya conocéis y sin pararse en Casa Paquita, a por el segundo puerto.

Aquí ya se empezaron a desgajar los grupos (especialmente en la parte central), cada cual buscaba su verdadero ritmo, pero no había que descuidarse y quedarse solo. La razón es que tras el descenso por Chóvar y Azuébar, venía un tramo en el que rodar en grupo (más o menos numeroso), haría ahorrar unas fuerzas que luego deberías sacar de la mochila... de modo que nada de parar a rellenar bidones en el avituallamiento.


Nosotros éramos cuatro en el grupo y así llegamos a Castellnovo, con el terreno picando hacia arriba (realmente era el tercer puerto) desde muchos kilómetros atrás. Qué bueno ver a gente sentada en la calle viendo y aplaudiendo nuestro paso... algo que se repetía por todos los pueblos por donde pasamos.
Se engrosó la grupeta, pero tras Algimia de Almonacid, con el cuarto puerto en el punto de mira, de nuevo cada cual a la suya y todo el mundo a por La Nevera.



De esos 4,4 km los dos últimos son, bueno... mucho color naranja y rojo en la pantalla del GPS y algún puntito morado. No da esa sensación de puerto empinado por ser carretera ancha, bien asfaltada, etc, pero aquello agarra que da gusto.
Metido en la cassola, bajada larga de las de verdad. Primer bucle terminado; bucle que bien podía ser una salida de domingo (llevábamos 80 km con 1400 de acumulado). Pero estábamos a un poco más de la mitad de la prueba y haciendo un cálculo rápido, en 60 km tendríamos que acumular unos 1600 metros.
Parada obligatoria a rellenar los bidones en Tales, comer algo de fruta en el avituallamiento, echarse otra poca en el bolsillo y a remar.
Desvío a la izquierda para no entrar en Artesa y a por la cuarta perla del día:


Dejamos las carreteras anchas. Esta es del estilo a la zona de Canteras, con un paréntesis para que vaya sangre a las piernas. Ya empezaba a notarse el calor, por cierto.
Bajada a Ayódar y a por el Hors Catégorie del que todo el mundo hablaba, el puerto de Torralba del Pinar que, en realidad, era la suma de dos puertos encadenados, el del alto de Torralba del Pinar y el de la Tarallola.


Sin sombra por ningún lado esas rampas parecían no terminarse nunca y si encima le sumas que acababan de echar una capa de asfalto en la parte final el alto de Torralba del Pinar, el calor empezaba a ser asfixiante.
Levantabas la vista y veías puntitos de diferentes colores moviéndose despacio curvas arriba... por suerte los árboles estaban en la Taraolla que, aunque sus rampas eran similares a las subidas hace nada, se agradecía estar al resguardo del Sol... eso y haber parado en el avituallamiento de Torralba a rellenar y comer algo.

¿No echas de menos algo hasta ahora? ¿Verdad que en toda carrera que se precie hay preparada una emboscada? Pues el alto de Villamalur era la de este recorrido. Antes de llegar a Pavías se gira a la izquierda por un camino de bajada que me hizo entender la conversación entre dos en la salida. Le decía uno a otro:
- Al final te has pasado a los discos jajaja
- Claro no he tenido más remedio. Estoy todavía acostumbrándome.
- Ya verás lo bien te van a venir cuando bajes después de Higueras.

Razón no le faltaba. Aquello estaba llamando a las puertas del grável. Camino de dos metros de ancho, con asfalto agrietado, gravilla y piedras sueltas, pegotes de tierra seca... que conducía a la rambla de Artea. Abajo, te dolían más los brazos que las piernas.


Y una vez tocado fondo, para arriba por un camino de iguales condiciones y con pendientes que te hacían desear ver un 7, 8 o 9% en el GPS. Con todo puesto desde abajo y a que fuesen pasando los metros... no había otra.
Habiendo coronado, se baja entre pinares con curvas de herradura de camino a Villamalur, con un repecho trampa para llegar a las casas (600 metros al 10% de media).

Unos gritos y aplausos de los cuquillos después, bajábamos de camino al décimo puerto, el de Cascalls. ¡Ya solo quedaba uno! Y luego sería ya todo fácil para volver a Onda.

Fácil debido a que en este último puerto volvimos a hacer un grupito para afrontar los últimos kilómetros con el terreno picando un poquito hacia abajo, porque entre que íbamos apurando la reserva del depósito y el aire venía de cara, Onda no llegaba.


Pero llegó y tenía escondida una ensalada de pasta y melón para quien la encontrara jajaja.
Intensa. Sin descansos... pero como dice un buen conocido: esta ya no me la cuentan.
Gracias a Doyoubike, AAACapital, Talleres Gonzalo y PACOM por estar con nosotros durante esta travesía por el desierto, pero las carreras ¡han vuelto!.