sábado, 11 de mayo de 2019

De lo mejor del país: Maratón bajo Tiétar


Algo debe tener una marcha cuando, a pesar de haber sufrido durante 12 horas el año pasado, tienes claro que vas a volver. Eso nos ocurrió con la Maratón del Bajo Tiétar.
El pasado año fuimos 4 los miembros del Club que nos aventuramos a conocer esta marcha de la que tantas cosas buenas habíamos leído. Este año, la inscripción fue una verdadera lotería, ya que en pocos minutos habían volado las 2.000 plazas, dejando a muchísima gente fuera.
Este año éramos 5 los inscritos: Miguel Ángel García, Edu, Ramón, Salobre y César. Desgraciadamente, una lesión de rodilla dejaba fuera al Máster Salobre, por lo que de nuevo fuimos 4 los representantes del Club Ciclista Doyoubike.

Miguel llegó unos días antes y se encontró con puertos nevados, incluyendo el segundo que teníamos que subir, la Centenera. Afortunadamente las previsiones meteorológicas se cumplieron y el buen tiempo del jueves y viernes deshizo la nieve en las zonas por las que transcurría la marcha, dejando las cumbres enharinadas y un paisaje espectacular.
El viernes nos reunimos todos en el hotel y bajamos a Mombeltrán, pueblo desde donde salía la marcha este año (se turnan varios municipios de la Mancomunidad del Bajo Tiétar). Allí el ambiente era festivo, repleto de bikers y familiares que recogían dorsales y se hacían las fotos de rigor en el photo call. Tras dar una vuelta por el pueblo, volvimos al hotel para cenar y acostarnos pronto, convenía descansar bien.



El día amaneció frío, apenas 5 ó 6 grados, pero despejado. Desayuno, nervios,…da igual las marchas que lleves y que la conozcas, siempre hay nervios. El pueblo en el que nos alojábamos estaba a sólo 5 km de la salida y todo cuesta abajo por carretera. El día anterior dejamos mi coche en Mombeltrán, de forma que bajamos con mucha ropa para no enfriarnos y la dejamos en el coche. A las 8 y poco estábamos ya en medio del cajón blanco, el último en salir.

Salida puntual y pelotón denso durante los primeros kilómetros, rodando muy lento. En el km.5 comenzaba la ascensión al primer y más largo puerto del día, Pedro Bernardo. Subida tendida por pista ancha en buen estado, aunque pedregosa. Tras 20 km de subida al 4% que nos llevó a una cota de 1220 m, iniciamos una rápida bajada por carretera hasta la localidad de San Esteban del Valle. Desde ahí, el recorrido picaba siempre hacia arriba, discurriendo por pistas y rampas de hormigón, incluyendo una dura calzada romana que a más de uno se nos atragantó…


En el paso por Cuevas del Valle, el pueblo donde nos alojábamos, nos esperaba Sonia, la mujer de Edu, colocada estratégicamente en un angosto paso junto a la iglesia del pueblo. ¡Siempre viene bien que te animen!



El puerto de la Centenera no es excesivamente duro, pero la zona entre puertos es un constante sube y baja con rampas duras de hormigón y te va minando. A estas alturas de la marcha, km 50, ya rodamos dispersos y la subida es un reguero de bikers con más o menos problemas en las piernas. Tras unos 6 km al 6% de media y alguna rampa dura, el puerto se corona en un tramo de carretera. De nuevo bajada muy rápida que se inicia en asfalto y pasa luego a pista pedregosa que acaba en la localidad de El Arenal, desde donde se inicia un nuevo repecho de unos 3 km.



Al paso por El Hornillo se dividían las marchas larga y corta. Miguel y yo estábamos inscritos a la larga, pero finalmente decidimos disfrutar de la corta. Ya conocíamos la dureza de la larga del año pasado, y este año aún era algo más larga y con más desnivel. A la llegada ambos nos alegramos de haber tomado esta decisión.
Desde El Hornillo discurrimos por una bonita senda paralela al río, hasta llegar a Arenas de San Pedro, capital de la comarca y punto de partida de la edición 2018. Era el km.75 y conocía parte del terreno que venía, el ritmo era bueno y quedaban piernas. Comencé a subir El Berrocal por pista ancha y pendiente del 5%. Al llegar a la pequeña localidad de La Parra ya saboreaba el ambiente de meta, pero faltaba el regalito final. Los últimos 8 km eran una sucesión de repechos y rampones de hormigón que casi te pesaban más mentalmente que en las piernas. ¡Casi se veía Mombeltrán y seguíamos subiendo!


Pero finalmente entramos en el pueblo y cruzamos la meta, completando 91 kilómetros con 2350 m de desnivel positivo en 6h 42’. Medalla al cuello, grabada con nombre y tiempo, plato de patatas revolconas con huevo frito y panceta y toda la bebida que pudieras tragar. Uno del los mejores momentos del fin de semana, todos juntos en el parque junto al castillo de Mombeltrán, disfrutando de la comida y bebida y comentando las ‘mejores jugadas’ de la marcha. Contentos por haber acabado todos enteros, sin caídas ni incidentes mecánicos, de haber disfrutado de un tiempo extraordinario y de un entorno único…y pensando en reservar ya hotel en Candeleda para el 2020.


Marcha absolutamente recomendable que discurre por un paraje increíble. Pistas, sendas, hormigón y calzadas romanas. Subidas largas, rampones explosivos, bajadas duerme manos…Todo esto con una organización a la que no le hemos podido encontrar ni un solo fallo en estos dos años. Una comarca volcada en la prueba y los bikers, animando en cada pueblo, en cada subida dura. Sin duda, en 2020 volveremos.
Y como siempre, agradecer el apoyo de nuestros patrocinadores DoyoubikePACOM Systems, AAACapital, digitis y Talleres Gonzalo, como siempre, gracias por estar ahí.

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Si quieres ver las fotos de la prueba, las tienes en la galería.

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Crónica de César López