miércoles, 25 de mayo de 2016

GUARA TOUR XTREME: EL MOUNTAIN BIKE EN ARMONÍA CON LA NATURALEZA

La Sierra de Guara un lugar del pre-pirineo oscense donde sus gentes y la naturaleza viven en perfecta armonía, es un lugar desconocido por la gran mayoría y muy apreciado por esa minoría de amantes del barranquismo, la escalada, la ornitología y como no, el mountain bike. Guara nos ha acogido con los brazos abiertos y nos ha hecho disfrutar de un fin de semana que perdurará en nuestras mentes durante muchos años. La Guara Tour Xtreme ha sido una experiencia de “mountain bike en estado puro".

Mis raíces no andan muy lejos de este pintoresco lugar. A 90 km de Panzano (población que acogió la prueba) se encuentra un pequeño pueblo llamado Fuencalderas; mi madre es natural de allí y por eso le tengo un aprecio muy especial a estas tierras y a sus gentes, cabezotas y con un gran corazón. Cuando me enteré que se iba a disputar esta prueba, me entró como un escalofrío y una llama se encendió en mi interior. Estos últimos años he recorrido sus entrañas, me he sumergido en sus gargantas arrastrado por sus aguas, he ascendido sus cumbres y he acariciado sus paredes verticales. Solo tenía una asignatura pendiente y con este evento todos mis sueños se hacían realidad.

Una travesía espectacular

La Guara Tour Xtreme ha consistido en dos días de competición. En el primer día nos esperaban por delante 78 km y 2600m de desnivel positivo acumulado, todo un reto que puso a prueba a los bikers, desde los primeros que pararon el crono en poco más de cuatro horas, hasta el último, un auténtico titán, que tardó más de diez horas. El segundo día el recorrido era menor 46 km y 1400m de desnivel positivo acumulado, no por ello fue más fácil, el cansancio en las piernas del día anterior se hacía notar.

Amanecía en Guara y la competición se respiraba en el aire, los nervios estaban a flor de piel, y los bikers ultimaban los detalles para poder sacar lo mejor de sus piernas y de sus máquinas. A las nueve en punto se daba inicio la prueba, y el pelotón se estiraba como si fuera el cuerpo de una serpiente serpenteando por los caminos que nos llevaban hasta el embalse de Vadiello, un lugar de excepcional belleza y donde se iniciaba la primera gran subida del día, un gran desnivel a superar que se hizo muy ameno gracias a las espectaculares vistas del Tozal de Guara y el embalse. La bajada hacia la cara norte de la sierra fue una auténtica “locura”, sendas y más sendas, tramos de trialeras técnicas, vegetación en pleno estallido ante la primavera y ríos y riachueluelos que tuvimos que cruzar varias veces, toda una gozada para los amantes de la naturaleza. Como todo lo que sube baja y viceversa, ahora nos tocaba volver a subir, teníamos por delante más de 20 km de subida, que una vez más gracias al paisaje tan espectacular por donde transitábamos, se hizo muy llevadero y también hizo más llevadera la subida el pensar que cuando llegásemos a la cota más alta nos esperaba un vertiginoso descenso por pista de más de 12 km hasta casi llegar a meta, digo casi porque nos habían reservado una pequeña sorpresa para el final. Que emoción ascender al reino de las piedras donde la vegetación es casi inexistente, donde te puedes fusionar con el buitre y ver y sentir lo que sienten cuando nos observan desde las alturas. Toda esa emoción se convirtió en pura adrenalina cuando comenzamos el descenso, piedras y más piedras nos esperaban en el camino, un terreno descompuesto por la erosión de las nieves invernales donde solamente unos pocos bikers somos capaces de disfrutar y gozar como perras ante un terreno tan hostil.

La sorpresa final fue un precioso sendero de subida donde las fuerzas flaqueaban y nos obligaba a hacer pie en más de una ocasión, hasta el camping donde nos esperaba la ansiada meta.

Amenazaba tormenta y se daba la salida a la segunda etapa, en unas pocas horas llegaríamos a meta y concluiría este reto, no sin antes habiendo vuelto a gozar como en el día anterior. A los pocos minutos la amenaza se convirtió en realidad y los relámpagos y los truenos dieron paso a la lluvia, pero los bikers no se amedrentaron y siguieron pedaleando como si la tormenta fuese una bendición más que una maldición.

Esta segunda etapa fue todo más concentrado, los kilómetros a recorrer, el desnivel a superar, la belleza del entorno, las pistas por donde transitar y las espectaculares trialeras donde había que hilar muy fino para no dar con los huesos en el suelo.

El arco de meta ya estaba a la vista y aunque en mi corazón albergaba la esperanza, mi mente sabía que no sería posible. Esta vez pudo más el corazón, el sacrificio, la perseverancia, el esfuerzo y la ilusión de por fin verme subido al podium, un tercer puesto en Master40 que quedará grabado a fuego en mi mente y en mi corazón de por vida.
Un podio bastante reñido

Agradecer a la organización y al camping Cañones de Guara y Formiga, por la perfecta organización del evento y acogernos en su casa como si fuésemos parte de su familia, esta gran familia de amantes de la naturaleza y el mountain bike. En un apartado muy especial agradecer también a mi mujer por acompañarme y apoyarme en todo momento, tus gritos de ánimo me dan alas cuando los escucho en esos senderos complicados donde te gusta ponerte para animar. No me puedo olvidar de mis amigos de batallas Vero y Fernán, una gran pareja y grandes compañeros de aventuras y de la gran familia DOYOUBIKE-PACOM que aunque no estaba presente en este evento, sentía su apoyo y calor desde estas bellas tierras.

Crónica por: Ibán Gómez

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